Lo que son las cosas. Me voy tres días de relax absoluto a un cámping perdido de la mano de Dios en una playa casi paradisiaca y no sólo resulta que el dueño -un rubio casi albino con mirada de pocos amigos- es holandés, si no que mis vecinos también lo son. Las siglas NL de la matrícula de su autocaravana no dejan lugar a duda. Me temo lo peor. Pero la pareja de tulipanes nos da la bienvenida-a
Guizmo y a mí- con la sonrisa en la boca. Me quedo más tranquila. Por la noche, la encantadora señora me advierte, en su mediterranean Spanish, de que apague la luz de la Guiznalda porque hay muchos mosquitos. Le hago caso, pero los mosquitos ya se han tomado todas las confianzas del mundo. Al día siguiente me acuerdo del anuncio del "After bite": "Te pique lo que te pique, ponte After bite". Demasiado tarde.
Salvo esos pequeños detalles, ha sido un mini puente memorable. Solete, barbacue, conversaciones, risas, mojitos de fresa, caricias, siestas... Qué pena que lo bueno siempre tenga un final. Yo soy más del "continuará". ¿A que sí, tritón?