Desde que volví de Alemania no había hecho tantos kilómetros en 48 horas. Ida y vuelta. Ida y vuelta. Ida y vuelta. Y se acabó. Lo mejor de todo es que no estaba previsto, pero lo de improvisar no se me da nada mal.
Pues bien, he puesto los pies en tres Comunidades Autónomas, he bailado al ritmo de una verbena de pueblo, me he bañado en una playa donde no pican los ojos y he comprendido mejor que la vida son dos días y hay que disfrutarlos al máximo. Pero no sólo eso. También he caminado por campos dorados, he comenzado a leer "Los Renglones torcidos de Dios" (que ya era hora) y he ido a visitar a mi tío P. a la residencia. Y eso en apenas dos días.
Pues bien, he puesto los pies en tres Comunidades Autónomas, he bailado al ritmo de una verbena de pueblo, me he bañado en una playa donde no pican los ojos y he comprendido mejor que la vida son dos días y hay que disfrutarlos al máximo. Pero no sólo eso. También he caminado por campos dorados, he comenzado a leer "Los Renglones torcidos de Dios" (que ya era hora) y he ido a visitar a mi tío P. a la residencia. Y eso en apenas dos días.
Digo yo, que si hubiera tenido más tiempo...