Lo mejor de ir a una exposición, además de la obra en sí, son los comentarios que hace la gente. Hace unos días estuve en el Paraninfo de Zaragoza viendo "Selecta. Del Greco a Picasso", una muestra pictórica con 62 obras que van del Renacimiento a la actualidad.
Durante el recorrido coincidimos, Guizmo y yo, con un matrimonio con dos niñas pequeñas. Es curiosa la visión que pueden tener los niños del arte. La hija mayor, que no tendría más de 10 años, observó uno de los cuadros, "El Mensajero", de Fray Juan Ricci, y con total espontaneidad dijo: "¡Qué cara más blanca tiene el mensajero! Y eso que se pega todo el día en la calle". Lo soltó así, con toda la naturalidad del mundo. Guizmo y yo nos miramos y sonreímos.

("El Mensajero". Fray Juan Ricci)
Continuamos la visita hasta llegar a la joya de la exposición: "Busto de caballero III", que como ya os imaginaréis pertenece a Picasso. Mientras la madre explicaba a las niñas que era la obra más valiosa, la hija pequeña hizo un comentario: "Mami, eso lo puedo pintar yo". Guizmo y yo volvimos a mirarnos, con la sonrisilla en la boca, sabiendo que esa pequeña había dicho lo que muchos pensábamos y callábamos.
(Busto de caballero III. Picasso)
Será cierto eso de que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad.