Hablando del Rey de Roma, levanté la cabeza y ahí estaba, montado en el tercer vagón. Me miró con esa carita de ángel y, mientras se alejaba, no pude evitar la risa. Una risa sana, cómplice y esperada que sólo se oye cuando el tren pasa dos veces por la misma estación y el asiento del viajero ausente deja de estar vacío.
Cientos de ojos extrañados
Hace 4 semanas
4 comentarios:
A rey muerto...rey puesto.
besos
los amores pasados ahí quedan...
abrazo
Si es con risa sana vale. Pero nada del dichososo facebook porfavore ;)
Uyy, al rey lo destronaron hace tanto tiempo que no merece la pena ni tratar de recordarlo. Como bien decís, lo pasado pasado está.
Guizmo, con lo mono que sales en la foto!!! jiji. No temas, que eso se queda en casa.
Un besote para los tres
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